Competencia de cocina en el 2014

Algunas Historias Alrededor de la Cocina de mi Madre

¡Hola! Soy Ale, me gusta hacer muchas cosas, pero acá quiero hablar un poco de cocina y de algunas cosas que me han pasado creando, fallando, metido en pequeños restaurantes, en cafeterías o pizzerías y un negocio propio de repostería. Y la cocina es algo que ha sido una constante en mi vida desde que era muy pequeño, y posiblemente ustedes también tengan historias que giran alrededor de la cocina.

Y es que a veces no nos damos cuenta de cómo la cocina está tan estrechamente relacionada con nuestra historia personal, como a veces no solo hay una banda sonora de fondo de nuestra vida, si no también un menú, con entrada plato fuerte y postre.

En la casa de mi madre la cocina es por siempre el corazón de todo lo que ocurre, donde nos reunimos, hablamos, discutimos y nos preparamos para salir, y mi madre es la persona que maneja lo que entra y sale de cada repisa y gabinete cual administradora de negocios.

Ella la que maneja el menú de la semana y presupuestos,  a quien crecí viendo experimentar con recetas todos los días, en cantidades pensadas para que todos comiéramos bien y también compartir con las personas que trabajaban con nosotros, porque en casa la comida siempre fue un elemento unificador, una forma más de agradecer el tiempo y el trabajo dado. Pero claro ese era el espacio de comodidad y creatividad de mi madre, donde aun hoy experimenta con recetas que me da de probar, hasta que en algún momento despues del colegio me aventuré yo mismo a experimentar aquello que ella experimentaba a diario, incluyendo las alegrías, frustraciones y el acto en sí de unir a las personas.

En esa cocina me gustaba intentar una que otra receta cuando era adolescente, sin éxito realmente. mi madre tenía una pequeña colección de libros de cocina con la que ella había aprendido a cocinar. Había libros de Tía Florita (un clásico de la cocina costarricense), muchos de recetas de pastas, sopas ensaladas, y muchos que iban desde los años ochenta hasta más recientes con temas variados, que a su vez siempre formaron parte de la curiosidad que tengo desde pequeño.

Junto con hermana (mi compañera de aventuras ocasionales y peleas de adolescentes) nos gustaba hacer una que otra receta cuando nuestros padres estaban fuera, que a veces era una salida de una tarde y en raras ocasiones una salida de fin de semana completo. Inventábamos  sopa de galletas oreo triturada con leche cuando no había ganas de cocinar, o lo más elaborado como salsa bechamel que quedaba grumosa y recetas de aquellos libros de la pequeña biblioteca de cocina de nuestra madre.

Competencia de cocina en el 2014
Competencia de cocina en el 2014

Una de esas noches que estábamos solos decidimos hacer buñuelos sacados de un libro de Le Cordon Bleu con recetas “fáciles” para el hogar. Empezamos al anochecer y ya para la madrugada podíamos oler el aroma a fracaso de unos buñuelos que no quedaban, se deshacían al contacto con el aceite caliente, carecían de forma y sabor. La cocina era un caos y los platos sucios se amontonaban en la pila. le pueden preguntar a ella de nuestros múltiples fallos en la cocina mientras nuestros padres no estaban en casa y la posterior misión de limpieza que teníamos que realizar a la mañana siguiente para que ninguno de ellos supiera del desastre de nuestras preparaciones.  Aún mi madre no sabe de aquellas desventuras (o al menos hasta que lea esto, ¡lo siento ma!)

Pasan los años, pasan las recetas y desastres en la cocina, con algunos éxitos de por medio y apunto de terminar el colegio, en décimo año, tuve mi primera experiencia en un restaurante, ayudando en la cocina unas semanas antes de empezar el curso de verano de matemática en enero del 2011. Llegaba temprano por la mañana, comía gallo pinto en una soda cercana, al llegar ayudaba en lo que se necesitará. Bajo la dirección de la chef Sonia, Raque y Jan ayudaban a preparar la sopa, atendía el salón y lavaba platos cuando era necesario. No sabia como hacer nada, ni que esperar, pero de alguna forma todo fluía.

Este fue mi primer encuentro con la cocina vegetariana y vegana. Comida caliente y deliciosa en cantidades que nunca había visto ser preparada, en ollas gigantes y cantidades que me parecían enormes, muchas especias nuevas, todo sabroso, recién hecho por la mano de la chef Sonia y Raque. Y siempre había espacio para el postre, se hacían pasteles, panes y galletas. Mis favoritas eran las galletas de almendras con jalea de frutas de temporada, eran la especialidad de Jan, el encargado de la pastelería.

La masa quedaba lo suficientemente firme como para agarrar un poco de masa con las manos húmedas y pasarla por un tazón lleno de almendras picadas finamente para que cubrieran las galletas en la parte superior; y al ponerlas en la bandeja engrasada se les hacía una pequeña hendidura para colocar un poquito de jalea en el centro antes de entrar al horno. Me gustaban tanto que en mi último año del colegio  las preparaba para compartir con mis amigues de clase.

En este trabajo también tuve mi primer acercamiento a la pastelería, entre mis tareas estaba la preparación de los postres para la hora del café, entre las galletas de almendra, los pasteles de limón y amapola glaseados. De ella aprendí a balancear bien los sabores, y hubo más de un regaño por nunca llegar al punto de sabor en los aderezos, me enseñó a hacer pasteles de cualquier sabor e ingrediente, moverme rápido, amar lo que se hace e impregnar aquel cariño sobre cada platillo de comida y claro dejar siempre todo muy limpio, tanto durante la preparación como después de cocinar. 

Era increíble ver la urna de repostería que estaba  vacía en la mañana irse llenando de panes, galletas y pasteles al mediodía y por la noche verla vacía nuevamente. Otra cosa increíble era ver como salían de la cocina los platillos que había ayudado a preparar con tanto cariño para clientes recurrentes y personas que  por primera vez venían al restaurante.

Viendo la urna vaciarse todos los días entendí que el postre siempre es el centro de la celebración, todo gira en torno al dulce que alegra el día, a  pedir un deseo y repartir el queque, que a cada persona le llegue su porción; tres leches, chocolate o de melocotones en almíbar, ¡ojala que se pueda repetir! 

Si la comida une a las personas, el postre las hace cercanas definitivamente. He ahí la magia del queque.

De allí salía con una sonrisa que me duraba todo el camino a casa, viendo el suelo y el cielo pensando que haría al día siguiente. Había encontrado algo que no sabía que podía hacer, que generaba historias alrededor, un acercamiento y satisfacción en las personas, o al menos la primera vez que lo notaba conscientemente. Para mi eso es cocinar, fallar las primeras mil recetas para que la próxima sea mejor, y que nos cambie, nos acerque y nos haga cómplices de historias que podemos crear en conjunto. 


Y después de esa experiencia, fui al curso de verano para finalizar el colegio, estaba en mi último año y la pregunta de qué carrera íbamos a elegir al entrar a la universidad comenzaba a hacerse común. Yo ya había experimentado aquello que me daba alegría. Ya para aquel momento la vida me dirigía hacia la cocina, lo que me trajo más experiencias e historias que quiero compartir con ustedes.

3 thoughts on “Algunas Historias Alrededor de la Cocina de mi Madre

  1. Mi parte favorita: “Si la comida une a las personas, el postre las hace cercanas definitivamente. He ahí la magia del queque”. Totalmente cierto. Me gusto leer y recordar esas frustraciones a la hora de hacer de hacer recetas nuevas. Gracias por compartir tu historia.

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