Café de Coffee Maker y la Ciudad

Hace unos años empece realmente a conocer el café de Costa Rica. Antes cuando era niño tomaba café con leche en una tacita pequeña, como un tercio de una tamaño una standar, con dibujos de los Looney Tunes en los lados, muy inicios del 2000. En las mañanas de los fines de semana mi papá preparaba desayuno y cáfe,  negro para él y con leche para mi mamá, todo antes de salir a hacer algun mandado, explorar algun museo, ir de paseo o buscar alguna cosa en el mercado central.

Crecí sin darle la importancia que merece, lo tomaba cuando habia y cuando no habia no tomaba, pero siempre tenia presencia. Siempre el café incluye el contacto social,  nunca se tomaba como solo como tal, siempre habia alguna persona alrededor, ya sea papá o toda la familia reunida, entonces desde ahi era un espacio para compartir.

El café de la región es de los mejores del mundo pero sin darnos cuenta no tomamos el mejor café que se vende en mercados extranjeros. De hecho es muy común que no conozcamos de primera mano lo que hace que sea un porducto tan conocido.Aunque el consumo interno no es mala calidad en general, no es el café que en otras mesas es servido. 

En mi caso conoci el café de coffee maker y de chorreador primero, la prensa francesa y la cafetera moka despues, y luego lamentablemente, conoci el de percolador, este último en eventos de oficina, funerarias o bancos, en ese orden. Ya para esa época usaba las tazas más grandes y agregaba azúcar al café negro a veces a veces leche, para cortar el amargo al que estaba acostumbrado. 

Cafetería en San José

Cuando realmente empece a hacer conocer e interesarme por San José empece a conocer pequeñas cafeterías y a relacionarme con algunas de las personas que trabajaban con el café, de repente este no era amargo, tenia muchos sabores, un poco más ácido y con un sabor más complejo. Y quedé con la impresión de que siempre es bueno hablar y conectar con las personas que trabajan el producto y preguntar lo que no se sepa, mejor no quedarse con la duda.

Métodos y rituales

En los años que empecé a caminar por la ciudad por mi cuenta, incluso antes de hacer tours, todo lo que es el café se ve en muchos sitios, es parte de la identidad, de los espacios colectivos y espacios físicos. Desde la parte histórica de la primera plantación de café en San José hasta la bebida que está caliente en una taza. 

Se convertía en algo de lo que quería aprender un poco mas y haciendo tours conocí muchas voces que me enseñarían un poco del idioma del café, en las cafeterías por el centro de la ciudad y escondidas en edificios históricos hay otras formas de entenderlo como métodos de infusión aparte del chorreador como la vandola y el chemex, entre otras formas de tomarlo como la infusión de cáscara de café (se los recomiendo). Conocí otras formas de tener la experiencia del café y probar un producto con otros sabores, aromas y texturas, pero en sí trajo consigo la conciencia del ritual del café costarricense, aquello que existe y se deja pasar por alto.

E independientemente del origen, la forma ese ritual está y existe, desde la reunión en casa de amigues o familia , la celebración de un logro alcanzado, una tristeza compartida, un día como cualquiera por la tarde o en la mañana.

Espacio para compartir

Cuando comparto un café con mis amigues soltamos y  desahogamos de las situaciones de la vida y el café es una constante en el fondo de la conversación, es donde podemos ver nuestro reflejo. Trabajando como guía turístico para personas extranjeras que visitan el país también se ha convertido en un espacio en el que puedo conocer otras realidades alrededor de una producto que actúa como una lingua franca, conecta y relaciona. Las historias brotan a su alrededor, y en sí esto no es muy diferente de lo que logra en las personas que conocen de primera mano la cultura del café.

A través de la experiencia se crean elementos para expresar la cercanía en personas desconocidas y todo gira entorno a la llegada de las 5 de la tarde, con café recién hecho y el pan servido  acompañado de otras cosas, y allí la conversación empieza, el azúcar se mueve por la mesa, como las palabras y el sonido de la cuchara metálica rozando la taza disolviendo el azúcar,  ambas se hacen sentir.

La hora del se convierte en plural, y en aquel proceso liberamos las historias que llevamos y en la de menos conocimos a alguien nuevo que paso a saludar. Quizás así es el café en todo latinoamérica, algo que no nos perteneció siempre pero ahora es nuestro, un elemento conciliador en las manos de las personas, la creación de un espacio ritual en el que nos movemos por contexto. Donde se convive aunque no se tome el café como tal, el acto del va a veces más allá de la forma en la que se toma, si chorreado o por otro método de infusión, es lo que el aroma del trabajo de muchas personas crearon en conjunto, es la transformación de una taza en una historia, de la compañía y las palabras, y todo lo que crear comunidad representa.

Acá les dejo uno de mis espacios favoritos en la ciudad de San José, Costa Rica para que les visiten, Instagram de la Mancha

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